Presente

Ser presente. Alicia Domínguez. Psicología sensible. heridasyflores

Me he movido impulsada por el motor de la curiosidad. Mi desarrollo personal y mi camino profesional se van trenzando siguiendo el hilo de mis preguntas, ¿cómo estamos hechos?, ¿cómo la experiencia se hace carne?, ¿cúan universal es lo íntimo?, ¿cómo es ser presente?…

Estudié Psicología por intuición, y ahora comprendo que me sirve como punto de encuentro de todos mis caminos. Le estoy muy agradecida a la psicología por esa versatilidad suya, y a las experiencias vitales que han llevado mi mirada más allá de la psicología formal.

Mi mente curiosa me invita a explorar preguntas desde varias perspectivas para conformar miradas caleidoscópicas. Siento verdadero gozo cuando puedo hablar con coherencia desde la neurociencia a la mística. Es mi particular manera de sentir orden dentro de la apariencia azarosa y discontinua de la realidad.  Nada en la existencia está aislado. Desafiar esta creencia en esta cultura me sabe a dulce revolución.

Ha habido algunos campos en los que he disfrutado especialmente investigar. En lo matríztico, en un sentido, en la vida perinatal, especialmente en la embriología y el desarrollo de la consciencia. En otro sentido, en el cuerpo femenino, esencialmente en lo relacionado con el útero. La maternidad y el nacimiento amable. Observar cómo este pasaje de nuestras vidas está atravesado por el trauma cultural y transgeneracional, me impele a la militancia por la recuperación de lo sagrado de este proceso y su potencial evolutivo.

Investigo también en el trauma; en la manera en que se guarda la memoria y que se libera el dolor que guarda esa memoria. En esto es en lo que estoy inmersa y es aquí donde Heridas y Flores encuentra su centro de gravedad. La liberación corpoemocional del trauma es vía indispensable para hacernos presente.

Me resulta urgente un movimiento que nos traiga de vuelta del reino de la disociación. Aquel al que nos vamos sin darnos cuenta cada vez que duele otra vez. Aquel al que nos ha invitado el sistema para mantenernos predecibles y dóciles. Reivindico el hecho de mantenerse presente como estrategia de disidencia. Apuesto por la presencia compasiva como herramienta fundamental para la sanación.

Mi gran desafío y mi gran revolución es recuperar mi cuerpo. Dejar de ser un ser pensante para ser esencialmente sintiente. Presente. Recuperar el cuerpo me suena a movimiento arquetípico, como recuperar la tierra o recuperar la libertad. La soberanía. Es un movimiento emancipatorio de los mecanismos de poder establecidos. Además de ser las puertas del infierno y el cielo. Todos los caminos del dolor y el placer pasan por aquí. La conciencia de ser uno mismo pasa por la sensación sentida del cuerpo. El cuerpo entero, integrado. Que guarda memoria de todo lo vivido, y de todo el desarrollo de la vida en La Tierra. El cuerpo que es la brújula, el mapa y el camino del encuentro con nosotras mismas, y con las otras, en el mundo.

Estamos hechas de sangre. Es el primer olor y la más poderosa impronta en la memoria. Ser de sangre nos hace vulnerables y sabias. Pertenecientes a una memoria. Nos da potencial creativo y nos trae consciencia de la muerte y la vida. Ser de sangre, nos hace humanas y hermanas.

Y aquí me propongo y te invito a llevarle flores a la herida. Dejar que las heridas nos sangren flores y honrar de verdad estar viva. Seguir, con un corazón amable en el que cabe el amor y el dolor del mundo, sembrando belleza a lo ancho del camino.

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